La UAM - PIDHS. Los retos de vinculación de las instituciones de educación superior con la sociedad.

Apenas ocho años después de haberse fundado la Universidad Autónoma Metropolitana —1974—, la Unidad Xochimilco incursiona desde el servicio social universitario del área de la salud en Chiapas, uno de los estados con la población más pobre del país, con los mayores indicadores de mortalidad materno infantil, falta de servicios de salud y educación, todo ello en contraste con su abundante riqueza natural y cultural.

La iniciativa se inscribe en la propuesta impulsada en 1936 por el general Lázaro Cárdenas en el periodo posrevolucionario, en respuesta a la necesidad de atención de la población, en los lugares más apartados del país, principalmente zonas indígenas y rurales. Se deriva de un compromiso de corresponsabilidad, como una forma de retribuir a la sociedad el beneficio que el Estado da en su formación. De esta forma, el servicio social se incorpora como requisito institucional indispensable para poder titularse “por un periodo no mayor de dos años ni menor de seis meses”, que poco a poco fue incorporando otras disciplinas como odontalgía, biología, veterinaria, arquitectura, ingeniería, derecho, ciencias químicas (a propósito de la nacionalización de la industria petrolera).

La complejidad de los problemas que caracterizan a nuestra sociedad significa tremendos desafíos para las IES, y obligan a pensar sobre sus roles tradicionales y acerca de las características que la vinculación debe tener en este contexto, incluyendo la revisión de las formas más adecuadas para cumplir con su responsabilidad y compromiso social. Las formas de la vinculación para colaborar en la búsqueda de soluciones al complejo problema del desarrollo humano, varían de acuerdo con las perspectivas políticas y éticas dominantes en las instituciones educativas y en las sociedades de las que forman parte, las cuales se expresan en comportamientos, valores, reconocimiento de responsabilidades, incluso en las formas de uso de los conocimientos, mismas que resultan no sólo de diversas perspectivas epistemológicas sino de los fines con los que se establecen las relaciones con quienes son destinatarios de esos esfuerzos.

El compromiso y la colaboración de las IES con los sectores sociales que enfrentan los menores niveles de desarrollo humano son particularmente complejas, especialmente si se pretende que esto se lleve a cabo con la participación de la población para definir sus necesidades, prioridades y para avanzar en la solución de sus problemas, a la vez que posibilita diferentes formas de obtener retroalimentación para propósitos de aprendizaje y educación de quienes participan desde las instituciones de educación superior.

Lo que en términos generales se aprecia es la existencia de diferentes modelos de vinculación, expresados en las propuestas de diversos actores que buscan utilizarla para fines diferentes. Por una parte, están las experiencias que pueden denominarse de corte asistencial y filantrópico, incluyendo algunas intervenciones realizadas con una perspectiva de corte empresarial, donde destaca la idea de ayudar o, en el mejor de los casos, de realizar acciones para satisfacer ciertas necesidades de una población considerada receptora pasiva de las acciones.

En el otro extremo están las experiencias, como la del PIDHS, que pone énfasis en el desarrollo de una colaboración basada en la participación local, orientada a promover cambios en las relaciones técnicas, económicas, políticas y sociales. Este modelo se impulsa en colaboración con actores que promueven acciones en la perspectiva de lograr el reconocimiento de derechos e implica un nuevo marco para situar la investigación como acción colectiva en la lucha por el poder y los recursos y que, a su vez, sirva al desarrollo de una teoría social orientada al cambio (Sohng, 2013, p. 15).

Algunos enfoques sobre la vinculación ponen énfasis en los objetivos de la educación, entre los que se mencionan con más frecuencia se encuentra el aprendizaje mediante el servicio comunitario, definido como una experiencia en la que los estudiantes aprenden mientras desarrollan actividades de asistencia y consulta a partir de un servicio organizado. Este enfoque busca satisfacer ciertas necesidades de los participantes a la vez que logra una mayor comprensión del contenido de algún curso y disciplina, mientras que al mismo tiempo las y los estudiantes adquieren un sentido de responsabilidad cívica. Las becas comprometidas con la comunidad se orientan a establecer y mantener formas de colaboración entre académicos e individuos fuera de la academia para el intercambio de conocimientos y recursos mutuamente beneficiosos, en un contexto de asociación y reciprocidad, incluyendo explícitamente esquemas de formación que buscan animar a los y las participantes en formas de trabajo que mejoran el compromiso y la deliberación sobre los principales problemas sociales.

La asociación es un enfoque de la investigación que pone énfasis en la importancia de la colaboración para la justicia social a partir de la acción y el cambio social. Este enfoque intenta reconocer y validar múltiples fuentes de conocimiento y promover el uso de diversos métodos de investigación y de difusión del conocimiento producido. Se utilizan diferentes términos para describir estos procesos de investigación colaborativa entre comunidades e instituciones de educación superior: investigación acción participativa, investigación basada en la comunidad, asociaciones de investigación comunidad-universidad.

La investigación basada en la comunidad y la investigación participativa basada en la comunidad tienen sus raíces en una larga tradición que llevó a la consideración de experiencias muy diferentes (Marullo y Edwards, 2000), consideradas como un enfoque realizado para o con la participación de miembros de la comunidad, no sólo para avanzar en la comprensión, sino también para asegurar que el conocimiento posibilite una diferencia concreta y constructiva en el mundo. Esta asociación se define como basada en la innovación e implica un esfuerzo importante en investigación y desarrollo (Hagedoorn et al., 2000). Algunos de estos procesos han surgido en respuesta a las críticas en el sentido de que la academia y las IES no responden suficientemente a las necesidades de sus sociedades.


En muchas IES de América Latina existe la tradición del establecimiento de formas de trabajo que buscan llevar a cabo relaciones con procesos organizativos a diferente nivel para colaborar en acciones para el cambio social. Existen experiencias que muestran importantes contribuciones en la búsqueda de alternativas para enfrentar algunos de los problemas más complejos como el deterioro ambiental, la pobreza, la iniquidad de género, las desigualdades étnicas y sociales, la mayoría de ellos asociados con violaciones de los derechos humanos.

Muchas de éstas experiencias parten del reconocimiento de que la relación entre la universidad y la sociedad implica asumir una perspectiva crítica sobre los objetivos y las formas del trabajo universitario, lo que implica asumir una perspectiva epistemológica. Diferentes términos son utilizados para describir procesos de investigación con estas características, desde la investigación acción participativa, la investigación colaborativa o en colabor, hasta la denominada investigación militante.

La filosofía de la praxis es central en estos esfuerzos que buscan combinar el conocimiento teórico y las habilidades prácticas con el desarrollo de pedagogías y metodologías participativas para mejorar, desde la IES, las capacidades de colaborar con los actores sociales en la transformación de su situación, apoyadas en la educación popular basada en la idea de que sin práctica no hay conocimiento. En esta perspectiva, el desarrollo de modelos de vinculación de la IES con la sociedad que permitan enfrentar los retos para avanzar en el desarrollo humano sostenible, requiere de la participación activa de actores sociales involucrados en la búsqueda de cambios apoyados en una pedagogía(s) que permitan a las personas encontrar su voz y hablar al poder, en el sentido desarrollado por Paulo Freire, lo que significa un avance en las perspectivas críticas y una base paun discurso alternativo sobre el compromiso de las IES con el cambio social.

Esta colaboración enfrenta diversos problemas, destacadamente los que se derivan de llevar a cabo investigación aplicada en un escenario de conflicto y de movilización social orientada a impulsar cambios de relaciones políticas, sociales y culturales, como al que se enfrenta nuestro trabajo.

De la experiencia de vinculación del PIDHS, podemos asegurar que uno de los retos más importantes cuando se trabaja con poblaciones locales, es el de cómo mantener la continuidad de las acciones y la presencia constante de la academia en relación con diversos procesos sociales, asociado con la posibilidad de mantener la confianza para el desarrollo de trabajos con comunidades, organizaciones sociales y civiles. Otro de los retos que enfrenta este tipo de trabajo, es el de cómo vincular el trabajo local, concreto, con las perspectivas regionales, nacionales e incluso globales. Para enfrentar estos retos, se requiere desarrollar metodologías que, por una parte, se apoyen en la amplia experiencia latinoamericana, pero que también aprovechen las ventajas del cambio tecnológico y de la sociedad de la información para potenciar las capacidades de las IES, con énfasis en la ampliación del vínculo con los sectores históricamente excluidos.